Esta es Rosi

Rosa Martínez, conocida popularmente como Rosi, es una hija, madre, esposa, y amiga, muy querida por su buen corazón.

Nació en el nº 39 de la Calle de las Tabernas el 6 de diciembre de 1959. Sus padres, Pepe y Amparo, la recibieron como primer descendiente en el seno de una familia tradicional de la época. Pepe, a sus 35 años trabajaba como cosario, y Amparo a sus 28 años era esposa y madre. La familia se amplió en 1962 con el nacimiento de Ana, quien sería la única hermana de Rosi y a la que ésta está muy unida.

Desde muy pequeña Rosi demostró ser una niña muy activa, con mucha energía, y con mucha vocación para ayudar a los demás, en especial a su familia. Con 6 años, empezó a acudir al colegio de Doña Enriqueta, donde destacó por su simpatía entre sus compañeros, y por su buen hacer entre sus profesores. Continuó su formación hasta los 16 años finalizando en el Colegio El Cható en 1976.

Rosi siguió siendo de adolescente una persona inquieta, sus padres todavía recuerdan alguna de las anécdotas de aquella época, como cuando se fue en una bicicleta prestada a una localidad a 23kms de distancia, o cundo se iba a la reguera a fumar a escondidas.

En 1972 participó en una obra de teatro escolar en la que representaba el papel de una señora de la época. La obra tuvo mucho éxito en su momento, y dio pie a lo que sería la segunda y última actuación teatral de Rosi hasta el momento: la obra de teatro “Como los chorros del oro” en 1976.

Aunque Rosi siempre conoció a su marido, no fue hasta enero de 1976 que comenzaron una relación sentimental. En 1975 mientras estaba en el colegio El Cható, comenzó a acudir a una de las discotecas locales y de la que era propietario Antonio. Fue allí que empezó a nacer el amor entre los dos, amor que al poco tiempo los llevaría a unir sus vidas para siempre tras un noviazgo corto pero intenso, lleno de amor y ternura. Al ser Rosi tan joven y Antonio unos años mayor, sus padres fueron reticentes al noviazgo al principio, aunque pronto pudieron convencerse de que iban en serio y de que se querían mucho, dando su visto bueno a la relación.

El martes 23 de agosto de 1977 Rosi y Antonio contrajeron matrimonio a las 9,30 de la tarde en la iglesia parroquial de su localidad natal. El día había sido elegido por ser la onomástica de Rosi a pesar de ser un día laborable, y tras la ceremonia religiosa los recién casados, junto con las familias de ambos y un numeroso grupo de amigos se fueron al Hotel Macarena de Sevilla para celebrar las felices nupcias. En una celebración que todavía hoy es bien recordada por los asistentes, se comió, bebió, bailó a los acordes del piano, y sobre todo, se pasaron unas horas de verdadera concordia. Más tarde, y bien acompañados por un grupo de amigos, se trasladaron al por entonces famosísimo tablao flamenco "La Trocha", donde fueron muy bien recibidos y agasajados con alegría y distinción.

El viaje de luna de miel les duró 30 días en principio y otros 10 después. En el primer mes recorrieron en su coche prácticante toda la España peninsular. Tras hacer más de 5.000kms. volvieron a Brenes para disfrutar de la feria y porque Antonio tenía que atender su trabajo y el negocio por unos días. En la segunda etapa viajaron en avión a las Islas Canarias, visitando Las Palmas y Tenerife. Tanto en uno como en otro periplo disfrutaron, se divirtieron, y si ello era posible, afianzaron aun más su amor.

El 23 de agosto de 1978, tras un parto largo y difícil, Rosi dio a luz a su primogénita, Rosana, quien llenó de alegría y felicidad el hogar de Rosi y Antonio. Durante los primeros meses de la vida de Rosana, Rosi desarrolló las tareas propias de la maternidad mientras además ayudaba a su marido en una de sus aventuras empresariales.

Los años pasaron, y el 15 de abril de 1981, Antonio llegó a la familia para completar la felicidad del matrimonio. Como primer descendiente varón en el caso de los abuelos maternos, Antonio llenó de felicidad también la casa de estos.

A partir de entonces, siempre que podían y generalmente sin falta cada año durante las vacaciones estivales, los 4 viajaban juntos por varios y variados lugares. Con especial cariño son recordadas largas vacaciones en la costa de Málaga (Torremolinos, Fuengirola, Torre del Mar), y algunos viajes como el que les llevó a recorrer Galicia, Asturias, y Cantabria.

A pesar de que nunca le ha gustado ponerse ante un volante, Rosi es una mujer emprendedora capaz de sacrificar sus preferencias por el bienestar suyo y de su familia. De este modo, en 1992 obtuvo su permiso de conducir y compró su primer coche. Además de conducir de forma regular desde que tiene carnet de conducir, a mediados de los 90 y durante 3 años Rosi asumió la responsabilidad de hacer llegar sanos y salvos (y a tiempo) cada mañana a sus hijos y a algunos amigos de estos al instituto en Sevilla.

Son destacables sus creencias y su arraigada fe religiosa, su fervor hacia su Gran Poder y, sobre todo, a su Virgen del Rocio. Durante varios años en la década de los 90, acudió en peregrinación a la Ermita del Rocio con su marido y un grupo de amigos. Esos años Rosi hizo andando el camino con la Hermandad de Palos de la Frontera y permaneció en la Aldea los días festivos, acudió a los actos religiosos y participó de la procesión de la Virgen el lunes de Pentecostés. Actualmente, y aunque ya no hace el camino, cada año acude a rezar a los pies de la Señora.

A pesar de ser una persona con una enorme curiosidad por las cosas, y mucha capacidad de trabajo, Rosi nunca ha tenido una afición determinada y concreta. Ha asistido a clases y ha practicado actividades tan diversas como el aerobic, la pintura en tela, el tallaje en vidrio, o el punto de cruz. Aunque su mayor pasión es la cocina, afición la que le sigue dedicando muchas horas de paciencia, amor y destreza. Siendo una mujer muy moderna, las nuevas tecnologías no se le resisten, y es usuaria habitual de herramientas tales como internet, el correo electrónico, etc.

Los gustos artísticos de Rosi han evolucionado con el tiempo. Aunque en general los cantantes y grupos de baladas y canciones melodicas siempre han sido sus preferidos, junto con los grupos de cantes por sevillanas entre los que mantiene algunas buenas amistades. Cantantes como Rocío Jurado, Isabel Pantoja, y Joaquín Sabina forman parte de la banda sonora de su vida.

Rosi es una gran viajera, sin embargo se niega a subir a un avión. Algunos de los destinos que Rosi ha visitado a lo largo de su vida, en compañía de su familia y siempre en coche, son: toda la España peninsular con la excepción del País Vasco; Las Palmas, Tenerife y otras localidades canarias (su primera y última experiencia aérea); Lisboa y otras ciudades portuguesas; Lyon y otras ciudades francesas; Amsterdam y otras ciudades holandesas; Luxemburgo; Bruselas y otras ciudades belgas; Düsseldorf y otras ciudades alemanas; Praga y otras ciudades checas; Viena y otras ciudades austríacas; Génova y otras ciudades italianas, etc.

Rosi siempre ha mantenido una relación muy estrecha con sus padres, quienes siempre la apoyaron en lo que pudieron, y quienes siempre dan todo cuidando y mimando a todos sus nietos. En la actualidad los padres de Rosi afortunadamente siguen con nosotros, y siguen dando su incondicional amor a toda la familia. 

El matrimonio de Rosi dura ya más de 32 años de felicidad, una cifra nada desdeñable que se ha alcanzado a través del amor, la comprensión, el respeto, y el aprendizaje mutuo.

Conforme sus hijos crecieron, Rosi con cariño les fue acompañando en sus experiencias. Primero durante la infancia de ambos, de la que los dos tienen inmejorables recuerdos. Luego en la adolescencia que, si bien nunca es la etapa más fácil, superaron sin sobresaltos. Y ahora en la edad adulta, donde todos siguen tan unidos como siempre.

Rosi ha vivido siempre en la misma localidad, con la excepción de largas temporadas en la playa a raíz de la jubilación de su marido. Tanto en su pueblo natal, como en su pueblo adoptivo, y en todos aquellos rincones en los que Rosi ha pasado algún tiempo, sigue manteniendo buenos amigos.

A lo largo de los años Rosi ha gozado de una salud de hierro, salpicada por molestias crónicas que nunca le han impedido entregarse a fondo en todo lo que ha acometido, ni ayudar a todo aquel que pudiera necesitarla. Hoy en día se encuentra en una plenitud física y psicológica envidiable, que comparte con aquellos que la rodean. Si no fuera porque el calendario lo  marca, nunca podría decirse que Rosi acaba de cumplir 50 años.